El primer semestre del 2006 era mi último período con ramos en la U, antes de empezar con mi proyecto de título; estaba feliz y contenta pero igual con esa sensación de nostalgia de terminar etapas. Uno de los ramos que tenía era Anteproyecto de Título, una antesala a la tesis final; la idea es que se eligiera un tema para trabajar, diseñar un proyecto y seguir con lo mismo en el proyecto final. También ese tiempo recibí la gran noticia gran de que me llamaban de la empresa en que hice mi práctica para ayudar a la secretaria con unos cuantos papeles (alguien por ahí me dijo que soy un imán de papeles, lo que no me desagrada para nada). "Genial", pensé, ya que se habría la puerta para un tema y así trabajar en el Anteproyecto. Y se dio: diseñar un sistema de acreditación de los contratistas. Sin duda lo que más me alegraba era que mi supervisor sería don José Luis Navarro, a quien le tenía un gran respeto por ser una gran persona. No se presentaron inconvenientes durante el semestre, pude desarrollar el tema sin mayores problemas, hasta que un día la Sole me dijo que don Claudio, el supervisor de la planta, había decidido irse de la empresa a una pesquera en Concepción, para estar más cerca de su familia. Recuerdo que me dio una especie de ataque de pánico, no sabía qué hacer, más que nada porque el nuevo supervisor no venía con buenas recomendaciones respecto al trato que tenía con las personas, que era muy distinto a don Claudio Barrientos, quien era más cercano con los trabajadores. Después de todo, él me había ayudado con mi práctica y este nuevo jefe no me daba buena espina.
Terminé el Anteproyecto, me fue bien, bastante bien diría yo, y venía lo otro, el tema para el Título. Yo pensaba seguir con lo mismo, de hecho ya lo teníamos pensado con don José Luis, pero tenía que confirmarlo el nuevo jefe, él lo tenía que aprobar, y yo, con mi timidez e inseguridad, no me atrevía a hablar con él. A todo esto, su nombre es Arturo Celis. Le escribí varios correos, ya que ir a la planta así de repente no es muy conveniente, porque queda lejos y no estaba la certeza de que me atendiera, sin embargo, como no me respondía, finalmente me decidí a ir para hablar con él.
Llegué y la Sole me atendió amable como siempre, le avisó a don Arturo que estaba ahí y que quería hablar con él; debo reconocer que tenía un poco de miedo, pero igual, era algo que tenía que hacer.
Don Arturo me saludó y me invitó a pasar a su oficina y me preguntó, qué era lo que quería, yo le conté toda la historia, y que necesitaba desarrollar un tema para mi proyecto de título. Recuerdo, antes de eso, que él me dijo que yo me había adelantado y que había ido por mi cuenta, que no había esperado a que él me llamara, me asusté. Sin embargo, después me dijo que estaba bien, que le había gustado el que yo fuera e insistiera, y cómo no lo iba a hacer, faltaba poco tiempo para presentar el proyecto en la U e inscribirlo; este gesto le llamó la atención y me dijo que no me preocupara, que iba a conversar con uno de los supervisores de la planta para ver que se podía hacer, ya que cuando le dije que quería seguir con lo del anteproyecto, me contestó que era un tema débil para un examen de grado, que iba a buscar algo mejor. Quedé con un "plop", pero no de "exijo una explicación", si no que simplemente no me lo esperaba.
Terminé el Anteproyecto, me fue bien, bastante bien diría yo, y venía lo otro, el tema para el Título. Yo pensaba seguir con lo mismo, de hecho ya lo teníamos pensado con don José Luis, pero tenía que confirmarlo el nuevo jefe, él lo tenía que aprobar, y yo, con mi timidez e inseguridad, no me atrevía a hablar con él. A todo esto, su nombre es Arturo Celis. Le escribí varios correos, ya que ir a la planta así de repente no es muy conveniente, porque queda lejos y no estaba la certeza de que me atendiera, sin embargo, como no me respondía, finalmente me decidí a ir para hablar con él.
Llegué y la Sole me atendió amable como siempre, le avisó a don Arturo que estaba ahí y que quería hablar con él; debo reconocer que tenía un poco de miedo, pero igual, era algo que tenía que hacer.
Don Arturo me saludó y me invitó a pasar a su oficina y me preguntó, qué era lo que quería, yo le conté toda la historia, y que necesitaba desarrollar un tema para mi proyecto de título. Recuerdo, antes de eso, que él me dijo que yo me había adelantado y que había ido por mi cuenta, que no había esperado a que él me llamara, me asusté. Sin embargo, después me dijo que estaba bien, que le había gustado el que yo fuera e insistiera, y cómo no lo iba a hacer, faltaba poco tiempo para presentar el proyecto en la U e inscribirlo; este gesto le llamó la atención y me dijo que no me preocupara, que iba a conversar con uno de los supervisores de la planta para ver que se podía hacer, ya que cuando le dije que quería seguir con lo del anteproyecto, me contestó que era un tema débil para un examen de grado, que iba a buscar algo mejor. Quedé con un "plop", pero no de "exijo una explicación", si no que simplemente no me lo esperaba.
Efectivamente, después me llamaron y fuí. Me expusieron uno de sus problemas; era sobre las herramientas de corte, que no tenían canales de información eficientes ni un buen sistema para determinar exactamente el número de herramientas. Mi supervisor sería Juan José Solar, que si bien lo encontraba agradable, igual lo veía como distante, no como don José Luis, que al menos trabajaba en la sala de programadores, donde yo estaba; don Juan tiene su oficina y eso igual crea cierta distancia.
Obviamente, como lo que yo quería era tener algo en que trabajar y que valiera la pena, y por tener igual un tema y dentro de una empresa grande además, acepté, a pesar de que no sabía cómo diablos abarcar el tema, pero recuerdo que lo primero que hizo don Juan José, fue pasarme miles de archivos que tenía, para empezar a estudiar.
Mi percepción de don Arturo obviamente cambió, porque sé que cuento con todo el apoyo del personal y de él mismo para mi proyecto, sin embargo, la sombra de don Claudio sigue rondando en la planta, ya que dudo mucho que se pueda encontrar un jefe igual a él.
Obviamente, como lo que yo quería era tener algo en que trabajar y que valiera la pena, y por tener igual un tema y dentro de una empresa grande además, acepté, a pesar de que no sabía cómo diablos abarcar el tema, pero recuerdo que lo primero que hizo don Juan José, fue pasarme miles de archivos que tenía, para empezar a estudiar.
Mi percepción de don Arturo obviamente cambió, porque sé que cuento con todo el apoyo del personal y de él mismo para mi proyecto, sin embargo, la sombra de don Claudio sigue rondando en la planta, ya que dudo mucho que se pueda encontrar un jefe igual a él.
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